Ría de Villaviciosa, Asturies.
No sé qué decir en mañanas como estas. El amor no me deja pensar a veces, a veces las dudas, a veces el miedo. No sé qué decir cuando quiero tener en las manos el olor de aquella mañana al sol en el banquito de madera de aquel bar con vino amargo y un gato que vino a jugar en mi regazo, no sé que decir. Me suelo creer que todo está ya dicho, que una caricia es más elocuente que un discurso sobre el amor que te tengo, que un beso une más que cualquier puente, que mis manos escriben en tu piel las letras suficientes. Me suelo creer niño entre tus ojos crecidos, niño que espera siempre caricias, niño que quiere por que sí, niño que duerme sobre tu vientre. La nana de tu pensamiento, cerezas silvestres, luces en el cielo de tu boca, palabras, palabras que respiro y lloro, y anhelo y regalo, y siempre, siempre, espero por que sí.