Caminaba por esas calles y esas sombras.
Caminaba buscándote.
El hueco rosa de los atardeceres
se abrió de nuevo,
y tus labios sellados me tocaron.
Como se tocan olas y arena,
como se tocan nubes y cielo,
como palabras que no hace falta decir.
12 mayo 2003
01 febrero 2003
Hace una noche de pensar en lo que se siente.
También de perros.
El frío de lo desconocido, el del aire, el de la inmensa soledad.
Tantos fríos para componer una sola canción.
Tantos que asustan un poco.
Y a menudo son tan compañeros, que no quiero que me abandonen ahora,
en el instante de las confesiones y las manos tendidas.
Siento:
Una mirada que se perdió.
Una caricia sin piel.
Un beso sin labios.
Un momento cercado.
Confieso:
Perdí la mirada entre sus piernas de suave indiferencia.
Perdí los nervios mientras gritaban agitando puños en aquel bar.
Perdí los besos en algún lugar incierto, quizás junto a las olas que bañaban amores de diez mil.
Perdí el tiempo buscando tiempo.
Hace una noche de perros.
También de pensar en lo que se siente.
El frío de lo que se conoce, el del aire, el de los deseos, el de las impuestas rutinas.
Tantos fríos que asustan un poco.
Y a la vez tan compañeros...
Me pregunto para qué sirve sentir.
Para qué el frío.
Para qué las caricias.
Y los recuerdos.
Y el amor que te tengo.
Hace una extraña noche.
El viento arremolina pedazos de vida mía
en tu jardín,
mientras las flores marchitan olores de porvenir
y el vaivén de las estaciones pone el fin
a los quereres.
La escarcha de ese frío que te conté
atrapa mi alma.
La incertidumbre atrapa mis pasos.
También de perros.
El frío de lo desconocido, el del aire, el de la inmensa soledad.
Tantos fríos para componer una sola canción.
Tantos que asustan un poco.
Y a menudo son tan compañeros, que no quiero que me abandonen ahora,
en el instante de las confesiones y las manos tendidas.
Siento:
Una mirada que se perdió.
Una caricia sin piel.
Un beso sin labios.
Un momento cercado.
Confieso:
Perdí la mirada entre sus piernas de suave indiferencia.
Perdí los nervios mientras gritaban agitando puños en aquel bar.
Perdí los besos en algún lugar incierto, quizás junto a las olas que bañaban amores de diez mil.
Perdí el tiempo buscando tiempo.
Hace una noche de perros.
También de pensar en lo que se siente.
El frío de lo que se conoce, el del aire, el de los deseos, el de las impuestas rutinas.
Tantos fríos que asustan un poco.
Y a la vez tan compañeros...
Me pregunto para qué sirve sentir.
Para qué el frío.
Para qué las caricias.
Y los recuerdos.
Y el amor que te tengo.
Hace una extraña noche.
El viento arremolina pedazos de vida mía
en tu jardín,
mientras las flores marchitan olores de porvenir
y el vaivén de las estaciones pone el fin
a los quereres.
La escarcha de ese frío que te conté
atrapa mi alma.
La incertidumbre atrapa mis pasos.
29 diciembre 2002
Como un escalofrío.
Una luz sola, lejana,
un punto débil sobre el oscuro mundo.
Un camino duerme sin pisadas.
Negro paisaje de nada y silencio,
estrellas frías.
A lo lejos aúlla un perro
y un rumor de hojas agitadas
golpea los vidrios de la noche.
Y miro esa luz lejana pensativo
mientras su pálida fuerza me estremece,
y el eco de la nada inmensa
se instala en mí como un escalofrío.

Como un escalofrío.
un punto débil sobre el oscuro mundo.
Un camino duerme sin pisadas.
Negro paisaje de nada y silencio,
estrellas frías.
A lo lejos aúlla un perro
y un rumor de hojas agitadas
golpea los vidrios de la noche.
Y miro esa luz lejana pensativo
mientras su pálida fuerza me estremece,
y el eco de la nada inmensa
se instala en mí como un escalofrío.

Como un escalofrío.

Estoy buscando el momento que perdí hace tiempo.
No se si dormirá bajo estas piedras
o en el suspiro que las ramas de tus manos
dejaron escapar un día
gris y frío
cuando el mar golpeó el espacio
y tú mirabas queriendo mis palabras.
Se hizo de color celeste el aire.
Se besaron las flores en sus estancias de nieve.
Se armaron de valor los recuerdos,
las hadas, y los pensamientos.
El mundo creció, lo sabes,
mientras la tarde pasaba
y aquel olor de viento inconsistente
se convirtió en amor,
y en días,
y en pasos sigilosos de cerezos floreciendo.
No se si dormirá bajo estas piedras
o en el suspiro que las ramas de tus manos
dejaron escapar un día
gris y frío
cuando el mar golpeó el espacio
y tú mirabas queriendo mis palabras.
Se hizo de color celeste el aire.
Se besaron las flores en sus estancias de nieve.
Se armaron de valor los recuerdos,
las hadas, y los pensamientos.
El mundo creció, lo sabes,
mientras la tarde pasaba
y aquel olor de viento inconsistente
se convirtió en amor,
y en días,
y en pasos sigilosos de cerezos floreciendo.
08 diciembre 2002
Quiero hablar de aquellas gotas
que cayeron
cuando conocí tus manos
caminando sobre las letras de mi cariño.
Mojaban de nuevo tu mirada
mientras las olas
rompían la lejanía,
el horizonte delgado
rojo y mudo
que a menudo sientes
desde tu balcón.
Hoy llueve como entonces
y tus manos siguen presas
en mi te quiero.
Y tus pasos en el malecón.
Y las olas rompen instantes
de no saber en qué creer,
mientras mueren pájaros
y cuerpos caminan
sin destino,
sin sol,
sin ruido.
Y tu lluvia no los moja.
que cayeron
cuando conocí tus manos
caminando sobre las letras de mi cariño.
Mojaban de nuevo tu mirada
mientras las olas
rompían la lejanía,
el horizonte delgado
rojo y mudo
que a menudo sientes
desde tu balcón.
Hoy llueve como entonces
y tus manos siguen presas
en mi te quiero.
Y tus pasos en el malecón.
Y las olas rompen instantes
de no saber en qué creer,
mientras mueren pájaros
y cuerpos caminan
sin destino,
sin sol,
sin ruido.
Y tu lluvia no los moja.
04 diciembre 2002
Quiero tus besos
en esta estancia transparente
que me limita.
Las gotas caen lentamente
buscando caminos que las inspiren,
como notas de trompetas
y un saxofón que suena
en mis pensamientos.
Los hombres se han recogido,
las aceras duermen,
las luces se multiplican
mientras escucho mi propio silencio
y mi aliento cae a tus pies.
Y voces dulces, desconocidas,
golpean las manos que te describen.
Y pienso en ti,
te recuerdo,
y quiero tus besos.
en esta estancia transparente
que me limita.
Las gotas caen lentamente
buscando caminos que las inspiren,
como notas de trompetas
y un saxofón que suena
en mis pensamientos.
Los hombres se han recogido,
las aceras duermen,
las luces se multiplican
mientras escucho mi propio silencio
y mi aliento cae a tus pies.
Y voces dulces, desconocidas,
golpean las manos que te describen.
Y pienso en ti,
te recuerdo,
y quiero tus besos.
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