13 marzo 2006

Pereza, el séptimo pecado.

Cuántas veces quise amarte. Te veía caminar sin saber aún que eras tú, sin adivinar que tus palabras hablarían de mí, sin imaginar mi pensamiento enredado en tu pelo y bajo tu ropa de colores. Es tan suave tu ropa que me gustaría ponérmela siempre como me pongo tus pensamientos y tu risa. Me gusta salir con ellos a pasear cuando me voy por la calle donde nos conocimos, y también cuando me voy por otras calles sin nombre por las que sólo paseo yo. A veces me visto con los pensamientos de avanzar pese a todo y para siempre, a veces con los de es tan difícil que no sé qué paso es el siguiente, a veces con los de es primavera y tus ojos y tu mirada y la música de tu piel es suficiente para vivir, a veces con otros que tampoco tienen nombre ni colores. Cuántas veces quise tocarte, cuántas veces te soñé, cuántas veces te diré que una mirada me trajo a este mundo en el que aún antes de saberte tenía ganas de tu percepción dulce de la vida y de mí, de tus caricias mientras la luna nos miraba reflejada en aquellos vidrios antiguos, del alba y de las nieves en aquellas montañas que también como yo, con pereza, se niegan a marchar cuando el sol entra por tu ventana.

05 marzo 2006

Recuerdo.

En la ventana de un cuarto que tomé prestado una vez. Verano de 2005.

"¿Por qué tanto silencio?" Le pregunté.
Me respondió: "Los besos que casi se dan se acurrucan en un rincón del olvido..."