29 julio 2005

No dejes de venir.

Cae el agua del cielo, mojada,
siempre mojada,
para borrar tus pasos y tu mirada
para regar los campos
y regar las veredas
en las que nacerán palabras que signifiquen
aquello que deseo y que no se nombrarte.

Hay un bodegón de carnes muertas
y frutas muertas
y vino que huele a silencio,
silencio colgado de las manos,
silencio que a veces grita,
silencio.
Silencio que no sabe a nada.

No dejes de venir con tus canciones
ni con tus largos ojos,
ni con el olor rojo de tu pelo
y tus palabras.
No dejes de venir para que el día
siga lloviendo aquella melodía
que compuso para ti.

25 julio 2005

El viaje III


Ella guardaba unos granos de café achinados bajo sus párpados. Yo soñaba con tocarlos algún día…
Pero el mar puso en medio sus tormentas. Crestas de espuma que mojaron mi mirada. Olas inagotables.
En este barco de cariño cruzaré el mundo una vez más con un ramo de besos para sus manos.

18 julio 2005

13 julio 2005

El viaje.


Perdonadme si hoy digo que estoy triste. Si miro atrás tengo razones para estarlo.
Perdonadme si hoy digo que callaré. Si pienso en lo que digo tengo razones para hacerlo.
Perdonadme si hoy digo que marcharé. Si pienso en el camino mis pies ya están allí.
Perdonadme si pienso en ella. En sus abrazos. Si la veo nadar en un lago entre montañas. Si duerme junto a mí en el invierno.
Perdonadme si la echo de menos. Si miro mis manos no puedo hacer otra cosa.
Perdonad si busco sus besos y lo digo. Si no los encuentro seré mudo.
Me voy de viaje. Quizás cambie mi vieja mochila por una maleta con ruedas. Qué importa eso. Me voy. Me voy a buscarla entre todas las gentes y todas las miradas. Voy con mis ojos abiertos, mi guerra perdida, mis manos de amar, mis lunas llenas.
Perdonadme si digo que no la conozco. Que sólo la he soñado a destiempo. Que todo es mentira. Que dos minutos infinitos me separan de haberla tocado.
Perdonadme si hoy digo que estoy triste. Si miro atrás.
Me voy de viaje.

07 julio 2005

Parques de piedra.

Racimos de rostros
manos con sonrisas
con penas,
manos llenas de dudas
lágrimas caídas.
Una pareja se besa,
un hombre se arrastra,
un niño juega.

El sol ciega mi alma inmensa
la noche llega,
manos con sonrisas,
con manos llenas.

El ruido acalla mi recuerdo entero
mi mes oscuro de luna nueva,
fuentes de luto
olas sin espuma
parques de piedra.
Manos con penas,
con penas llenas.

04 julio 2005

Cuando te paras en mi puerta.



Me encanta que te pares afuera de mi puerta. No te digo nada, pero a veces te siento respirar allí y contengo el aliento para que no me presientas, para que no te marches. Me gustaría poder salir al rellano y decirte alguna cosa bonita para que te fijes en mí, pero no lo hago porque seguramente me quedaría mirándote sin saber qué decir y tú te irías, y yo terminaría pensando en lo estúpido que fui por no saber hablarte de las cosas que importan. Así que me limito a escuchar tu respiración que en ocasiones es entrecortada, cuando supongo que subes con las bolsas de la compra, y otras es ligera y suave como una primavera. Hoy viene contenta, pienso cuando tus pasos apenas suenan sobre el piso como cascabeles agitados por la brisa, y de pronto me siento feliz de que así sea, el corazón me palpita con fuerza y siento que, como en el relato de Edgar Alan Poe, delatará mi presencia furtiva. También te siento cuando llegas triste y cansada, llena del mundo, y quisiera entonces romper mi sibilino encierro para darte un masaje en los pies y ofrecerte una cena. Ya te voy conociendo, siempre veo tu silueta tras los cristales de tu casa, cuando hablas con alguien a quien nunca distingo, cuando te desnudas empuñando ese regalo firme de la sinceridad, cuando en ocasiones lloras y mi alma se encoje de rabia, cuando ríes con la luminosidad de un continente, cuando la tarde, a última hora, se tiñe de tu pelo, cuando callas. Tu presencia de nube o de abismo se posa en este rellano mío, me hace latir y respirar a veces. A veces la lluvia y tus canciones vienen juntas para desolarme, y pienso entonces que debo olvidarte. Pero siempre que lo intento, abro la puerta y hay un regalo tuyo, una pompa de jabón que flota estática frente a mis ojos. Quiero tocarla y se deshace. De ella sale tu olor verde azulado y su viento me llena de mariposas, de aire del sur, de deseos, de volcanes, de ti, y nuevamente cierro mi puerta y espero, pensando en que me encanta que te pares afuera de ella.

03 julio 2005

Silencios.



Oscuridad de sombras que descienden
por las laderas de tus palabras.
Silencios fríos, dolientes,
que hundes en mí como pasos que se alejan
furtivos
después de pisar las flores
que sembré en primavera.

Hay sabor de desamores entre mis dedos
y tu risa,
como un eco,
rompiendo el instante dulce de mirarte sin miedo,
corre de un lado a otro por el jardín.
Clavé en mis pies descalzos
la espina que olvidaste al marchar
como se marchan las nubes
después de mojar los patios.

Mi boca quedó abierta por tu ausencia
mis puños cerrados
mi rabia ahogada en vasos de soledad
y charlas sin sentido.

Hablar sin ganas
comer sin hambre
y esa sed inconfesable de mirar tus ojos.

Y esas ganas de besarte.
Y estas manos vacías.