27 noviembre 2008

Colores.

¿Cómo empezar? ¿Importa si me fui por dinero o por amor, si me empujaron el dolor o las ideas? Empezaré como empiezo cada día, con un reto, un miedo, una esperanza, un café, una sonrisa para adornar mi nueva casa vestida de recuerdos, un trabajo que no me gusta. Un trabajo.

Empezaré por Luís, por Ana, por las palabras que me faltan cada día, aquella conversación a la hora de la cena, incluso lo que no hacía falta decir por que ya era consabido, las miradas cómplices, lo olvidado a propósito, las manos que tecleaban la ilusión de algo mejor, la comida del domingo.

Sopla el viento del Sur para llenar mi pecho de aquellos colores que se abrían con cada primavera, aliados de mi silencio y mi risa, y busco ventanas donde asomarme a ellos, levanto paredes donde pintarlos. Quién los verá, quién dibujará también su nombre y su esperanza bajo esta lluvia que moja cada pensamiento, cada rostro que olvido y cada gesto que descubro. No hay carreteras suficientes para llevarme a lo cedido, he dejado tanto atrás, ni balanza donde se pueda medir lo aceptado. Acepto, transmito, admito, doy, aguanto, tolero, cedo, sufro, remonto, llego cada día. Y cada día me recuerdo por qué estoy aquí. Llegué una mañana de sol y bancos en el parque sin saber nada. Desde entonces intento aprender sin olvidarme de mí. A veces crezco, a veces lloro, otras busco y busco con el ánimo eterno de solamente buscar sin saber el qué. Algunas madrugadas, cuando deja de llover, encuentro esas paredes que otros levantaron para poder pintar mis colores y mi nombre. A veces… como hoy, me paro frente a ellas y dejo enamorado una parte de mí.


13 noviembre 2008

Tal vez poesía blogspot y punto (final).

¿Por qué caminos va un blog cuando se borra?
¿A dónde van sus palabras?
¿Per cuales caminos va un blog en borrándose?
¿Ú van les sos pallabres?

06 octubre 2008

Anatomía de una idea.


Amaneció un día de octubre de 2008 como otro cualquiera. Vinieron a buscarme, y yo seguía ardiendo como si nada con este perverso dolor de fa sostenido en los omóplatos. Me encontraron por fin dentro de un cubo gigante de piedra, pero maldita sea, mi cabello seguía siendo tan como siempre, tan invariable y lacio, que por un momento me apené de mí mismo y de mi mismo pesar. Entonces sudé, creo recordar que mientras corría, intentando gritar afuera algo atragantado entre el estómago y el esternón. No sé si fue ahí donde quedé sentado en un banco del jardín, cuando los pájaros cantaban arrimados unos a los otros, con los pies colgando sobre la yerba y el pensamiento fijo en una idea. Siempre había querido tener una idea, y tuvo que ser así, tan de repente que no me dio tiempo casi ni a saberlo. Pero ya estaba hecho, fuera la que fuera, nunca más podré quitármela de encima.

Amanesció un díi d’ochobre’l 2008 como utru cualquier. Vinieren buscame, ya yo siguía llampardiando como si naa con isti perversu dolor de fa sostíu nes paletielles. Topárenme por fin dientro un cubu xigante de piedra, peru malditu seya, el cabellu de mio siguía siendo tan comu siempre, tan invariable y llaciu, qu'en por un momentu apeneme de migo y del mio mesmu pesar. Entós sudé, paézme alcordar que mientres curría, ententando glayar p’afuera daqué empapielláu per ente’l butiellu ya’l gargüelu. Nun sé si foi ellí en onde quedé sentáu nun bancu‘l xardín, cuandu los páxaros cantaben arimaos unos a otros, colos pies colgando sobre’l verde ya’l pensamientu fixu nuna idea. Siempres quixera tener una idea, y tuvo que ser asina, tan repentín que casi nin me dio tiempu sabelo. Peru ya taba fechu, fora la que fora, enxamás podrémela quitar d’enriba.

17 mayo 2008

Pensamientos trasnochados IV

Me asomo a la ventana de este patio interior en el que cada día busco voces para decirte algo que no recuerdo. Sé que me gusta envolverme en el humo de estos cigarrillos siempre que terminas de hablarme con esa elocuencia, de labios finos y húmedos, que manejas apoyada sobre la almohada doblada y las sábanas revueltas. Yo pienso en anillos de cielo y miro a la ventana. Tú pones de nuevo cerezas sobre la piel mientras llevas las manos a la nuca y ahuecas la espalda. Es de día. Suena un blues. Cada vez que es así me apetece gemir y bailar, pero quedo quieto escuchando cómo respira la música sobre mí. Quizás sólo la oigo yo. Igual que quizás sólo yo veo las montañas cubiertas de nieve, siempre envueltas en ese halo de nubes húmedas y altas, dibujarse detrás de la pared blanca a la que se asoma mi cuarto sordo y mudo. Siento entonces que te invoco, te invoco aunque aún estés a mi lado, enroscada en un lugar entre mi pecho y mi sexo, como un latido o una respiración suave y pausada. No tengo prisa. No tengo prisa por que ya nada me espera, como si hubiera renunciado a ello cuando decidí vivir en tus brazos y tu música. Sigo acostado, fumando y escuchando, amando y sintiendo mi mano sobre tus pliegues. Tenía un pensamiento sobre todo esto, pero no lo recuerdo. No sé si hablaba de esas mañanas de sol. No sé qué te cantaba al oído. Por más que quiera, amor, no lo recuerdo.

31 marzo 2008

Sin título.



Ella nunca había vivido en ciudades de tejados rojos. Durante años nos habíamos hablado así, entre los largos besos y el olor a trementina de Neruda, y la lluvia inmensa, y los ojos encendidos sobre el océano. Noches como gatos enroscados a los pies del fuego de la estancia, horas inamovibles como inquilinos de un mismo pensamiento. Tanto tiempo y tanto silencio sobre las palmas de las manos, creciendo, en latidos extensos y prolongados de deseo. Jamás. Jamás logré saber de qué color eran sus ojos para jamás poder ver bosques que me los recordasen, ni otoños que los borraran.

29 marzo 2008

La casa ciega.

¿Por qué mi casa no tiene ventanas?

¿Por qué entre mi y fa sólo hay medio tono?

¿Por qué un biquini en la maleta en pleno marzo?

¿Por qué las estrellas están tan lejos?

¿Dónde estás cuando no estás?

¿Y yo?

¿Por qué escribo a pesar de no querer hacerlo?

¿Por qué las canciones se cantan de pie?

¿Por qué me llamas y salgo a decirte que no estoy?

¿Por qué el amor es azul?

¿Dónde vas cuando no vienes?

Te deseo.

13 febrero 2008

Paralelismo.

México DF. Una conversación a las 21,30 horas. Una escritora ( Eco del eco del eco.) toma un café con un amigo.

¿Habías oído hablar de Eloy Urroz? Yo no. Ayer iba caminando por la 14 oriente con mi amigo V. M. y que nos topamos con un librería de viejo de lo más desesperanzadora que te puedas imaginar y que nos metemos y sin ninguna expectativa nos sumergimos en los lomos de los libros (teníamos tiempo de sobra antes de entrar a la expo en la galería Garco).

Al mismo tiempo, 4.30 de la madrugada post-convulsión europea, otra conversación entre un dibujante de comics y un extraño casual.

¿No la conoces? Fue de noche, yo caminaba por una calle desesperanza encharcada y absurda, pensaba en blanco y negro algo sobre un vacío inquietante. No tenía prisa por llegar a ningún sitio, así que lo único que me vinculaba al universo era el tiempo.

Vi un libro: editorial las impurezas del blanco ¡Zas! me interesó. Título: Yo soy ella, autor: Eloy Arroz. Un hombre... ¿Dice yo es ella? Me interesó. Papel fabriano para interiores, cartulina novart para portada. Me interesó. Diez pesos. Definitivamente me lo llevé.


Entre las sombras apareció una figura, con un andar silencioso y unos ojos que amanecieron la escena. Zas...! Me interesó. Llevaba ropa de colores. ¿Ropa de colores en esta desolación gris en que se había convertido el mundo? Me interesó.

Ningún indicio en el colofón más que fue publicado en 1998. Buena cosecha la del 98. ¿En qué ciudad, en qué país, en qué planeta? ¡pos sabe!Entre guateque y guateque le dí una hojeada. Algunos destellos. Oh dama, hembra, pulpa, grupa muscular. ¡Mmh!¡No ma...s! Es buenísimo. ¿Porqué no había oído nada de él? lo busqué en Internet.Seix Barral Tiene 40 años. Existe y es conocido. Pero para mí siempre será el poeta que me encontré en el último rincón de la desesperanza y me devolvió la emoción del hallazgo.

Indagué durante aquellos segundos en su mirada, escuché entre la lluvia la canción que tarareaba. La seguí mientras amaneció por todas las ciudades y todos los planetas. ¿Dónde había estado hasta ahora? Han pasado los años. Cuando no duerme a mi lado me falta el silencio. Para mí siempre será la figura que me encontró en el último callejón de la desesperanza y sostiene la emoción del hallazgo.

El texto en cursiva es un comentario de Raquel Olvera. http://raquelolvera.blogspot.com/

09 febrero 2008

Cartas a María

Esta noche es como tantas noches. Y sin embargo tengo que hablarte de mi pena por tu partida antes de que el sueño borre los matices de mi pensamiento. Por la mañana ya no sería igual hablarte de los porqueses ni de los comos, como una película en la que el protagonista se murió. Quiero decir que ya no me importaría saber si te fuiste por un aire que soplaba del norte o si el malo descargó sobre ti su lengua plagada de palabras que no quiero conocer. Me da igual. Tanto que pienso que no quiero que leas esta carta que nunca te enviaré. Aún así tengo que hablarte de mi pena, y tu partida, y las cosas que de pronto dejaron de importar. Ocurrió una vez, cuando aún era feliz, que las caricias se derrochaban como se respira el aire. Eran los tiempos de la ternura y los buenos ratos. Después, sin saber cómo, me gritaste una noche al volver de tus caminos. Yo cerré mis oídos y mis piernas, y cerré resortes que aún hoy desconozco para no herirme, para no oírte. Y además, ya que me suelto el pelo, viviendo en un mundo insustancial absurdo y blando como un crepe sin azúcar ni nada que le diga cómo ha de ser algo parecido a un amor o a un ser relativamente humano sin rencores adyacentes tangentes o secantes a la locura de no existir si no es para uno mismo o para un resto dudosamente esperante de lo que sobra y no sirve para crecer sintiéndose a penas una pieza de cualquier engranaje tan absurdo y desesperanzado que hará parar el reloj del amor que nos dimos.

Y sin embargo te quiero.

06 febrero 2008

Ángulos rectos.

Esta vez voy por la espalda, y aún así te lo advierto, para llenarte de besos a bocajarro. Por que si. Por el sueño que vivimos juntos en la primera vida. Por aquella ventana abierta a la que me asomaba, sudoroso, siempre sudoroso, para fumar y verte al otro lado de esa estrecha línea que llaman horizonte. Sigo tendiendo a secar tu ropa de colores en mi deseo. Cuando duermes, cuando no estás, cuando gritas mi nombre y de tu boca cae, suave y rotundo, al lecho. Esta vez voy por la espalda, como una hoja de otoño que rompe el silencio, desnudo y desarmado.

24 enero 2008

Mientras soñaba

Caído en el destierro
de tu desgana
me arrastro entre quizases
que me apuñalan.
Me ovillo sin el lecho
de tu vientre.
Velo mi alma bajo esta luz
de estrellas apagadas.
Me ignoro mientras arde enarbolada
la vieja pregunta en lo más alto
del mástil de mi rabia erecta.
Después no sé,
corazón,
si me voy o si me llevan.