07 agosto 2007

Dedos en la espalda.

Dedos en la espalda. La tuya. La mía. Dedos en la espalda es todo lo que quiero. Un camino que acaba dónde. O dónde empieza. Dedos caminando entre los sueños que guardo justo donde terminan los huesos. O donde empiezan las fantasías. Los deseos. Las ganas. Un cigarro entre los labios, como siempre, los labios de buscar, los de callar, los labios, esos que sólo tú me abres. Un camino en la noche, entre la noche, que conduce a dónde. O a dónde conduce. Estabas acostada, entre canciones sin letra, sin música, o era yo quien no las entendía. No lo se. Nunca se nada. Ya me conoces, la eterna duda, la continua pregunta, el pasear cuando nadie me ve. ¿Nadie me ve? Dedos en la espalda. Es todo lo que quiero. Y ahora se que el fin está ahí, a la vuelta de la esquina, y salgo a la calle a beber y rendirme. O a ver si es cierto que el sol se oculta rojo en el occidente de las caricias. ¿Y las promesas? Creo haber prometido cosas que no cumplí un día. Quizás hablé de más. Para una vez que hablo, mira. Prometo no prometer más. Estabas acostada y yo te miraba. No quería apartar los ojos. No lo hice. Ahora no puedo cerrarlos. ¿Dónde se ha ido el sol? ¿Dónde se han ido las canciones? Ahora sólo veo piedras donde sentarme con mi cuaderno, te prometo que siempre llevo un cuaderno en mi bolsillo aunque nunca lo hayas visto y aunque haya prometido no prometer, un cuaderno verde y suave, una voz entre el silencio, un pájaro callado, un trueno y un árbol. Pasan los días prendidos de esta levedad. Yo los veo caminar de lejos derramando el mar certero de tus ojos y hacer mellas en mi piel desnuda; una por cada olvido, una por cada esperanza. Prometo, prometo no prometer más, y dormirme con tus dedos en mi espalda.

02 agosto 2007

Sin título.


Hoy el día se ha roto
como un vidrio entre las manos.
Busco tu recuerdo
con la necesidad del aire.