29 junio 2005

La memoria.

Un día abrí las puertas de mi casa
a las personas sinceras.
A los corazones quebrados
las tormentas, los senderos,
los que no pudieron, los que no quisieron ser,
los no escuchados
los apartados.
A los que ven en la noche
los que llaman por su nombre al hombre,
los que preguntan
adivinan
miran
piden
se sientan en la puerta que no se conoce
y levantan la cabeza para nombrar
y entre sus manos guardan palabras
tejidas en días remotos
y no esconden
y sonríen a pesar del mundo.
Ahora en mi casa siempre hay desconocidos
comiéndose mi comida
ocupando mi cama
asomados a mi balcón.
Ahora en mi casa siempre hay desconocidos
regalándome la maravilla
de recordar quién soy.

28 junio 2005


Otro amanecer.

De Inninn. http://inniinn.blogspot.com/



Os dejo con Inninn. Que disfruteis despacio...

24 junio 2005

Tu espalda.



Necesidad de abrazos
hambre cristalina
que viene de donde el viento nace
trayéndome nidos para tu pelo
negro,
profundo y negro
como un abismo
por el que asciendo a ti.

18 junio 2005

En esa hora.


Amanecer.

He visto muchos amaneceres en aquella ciudad extraña. Seguramente ya sabes que me gusta pasear a esa hora en la que se mezclan tantas cosas, gente que vuelve y gente que aún va, luces y sombras, desgana y deseo de vivir, pasos y descanso, silencio y oleadas de palabras. Siempre a esa hora fría me hago la misma pregunta sin solución, siempre camino sin saber si voy al día o vengo de la noche. Pero siempre camino. Siempre pregunto. Siempre dudo como dudé del amor y de las cosas que eso significa. Recuerdo sus manos corriendo por mi espalda, es cierto, pero a la vez, como en esa hora, también corrieron por mi dolor. Y sus te quiero viniendo de la noche se hacían como en esa hora indiferencia de día recién amanecido.
He visto muchos amaneceres en aquella ciudad extraña, y en la anterior, y en ésta en la que vivo. He visto amanecer tantas ciudades mezclando instantes, que mi pregunta cada vez es mayor.

11 junio 2005

Veo y siento.

Hoy pensaba en ella, en su desconocido todo, en albas de miel, en lunas que no encuentro.
Hoy pensaba en distancias largas como sueños, en mares de sal y en mañanas de niebla.
Sentí que me miraba mientras sus manos de pétalo de flores frías contenían el aliento y las palabras mías.
Una sombra azul se pega a su ausencia y bajo la lluvia de sus pensamientos vivo una tormenta de besos en un desierto en donde encuentro, sin buscar, el regalo de su abrazo, la lejana humedad de su cuerpo marino escondido en caracolas y corales, que me contagia de ella y su alegría silenciosa.
Su presencia es una nube, sus manos una espiral sin centro, y allí me miro y me acuno en mañanas como esta.
Pero a veces otra realidad me golpea sin fundamento, como un decir por decir, y entonces me pregunto por qué veo colores en las personas y olores en los recuerdos.
Por qué siento sus besos.
Por qué hago mío el dolor.
Por qué late mi pecho.
A veces las cosas pasan tan deprisa
que no me dan tiempo a pensarlas.
El vértigo de las cosas se sucede,
lo casual,
y unas son otras,
y me olvido de saberlo.
No se si fue antes Sergio
u ocurrió antes Pamela.
A veces todo es lo mismo
y se aprieta en esa rosa
roja que le regalé,
no se si antes de quererla.

Aprendí a mirar al cielo
a través
de la pared de mi cuarto.
Veo estrellas.
Veo a Lía en Israel.
Penas,
tormentas de penas
sin colores
sin olores
vienen a asustar mi sueño.
Y no se si pensar que duermo
(o que estoy despierto)
porque veo
veo y siento.

08 junio 2005

Cielo inmenso.

Tu cielo inmenso
tu suelo destartalado.
Me gusta mirar tu cielo
siempre lleno de estrellas y de caballos
siempre de aguijones erectos
siempre cantando.

Antifaces asomados a la calle
sin rostros detrás.
Siempre lleno de sombras
y manecillas,
y una pregunta en su aire
que nadie responderá.



Todos dormían.

06 junio 2005

Piedras en el amor.

Aún se paralizan mis palabras cuando me acuerdo de ella.
Mil veces intenté escribir, y mil veces fue en vano.
Hay mil folios arrugados que hablan de miedo y dolor.
Mi papelera pesa como una duda y sangra aún.
Aún después de tantos años.
Una noche logré reunir las fuerzas suficientes y huí,

huí,
qué triste palabra para un triste final, de todo lo que un día había amado tanto. Me fui un momento antes de la aniquilación. Pero eso no es consuelo.
Hay enormes olas de recuerdos que me ahogan en las noches que despierto desnudo. Me estrechan el corazón como un zarpazo, pero me abrazo a ellas intentando engañarme, olvidando cuánto la quise, olvidando cuánto la odié. Olvido tras olvido finjo que sigo olvidándola en este dolor.
Ya no me hace daño, es cierto. Ya no me hiere. Las horas ahora llegan para mí.
Pero siento que de nuevo vuelven los tiempos duros a apretar piedras de mármol en mi corazón
.

02 junio 2005

Pequeño amanecer.

Cuánto tiempo perdido me regalas
en esta distancia de músicas y árbol,
pájaro ensimismado
fruta silvestre que hueles a café cada mañana
y haces de las palabras himnos de esperanza.

Traigo para ti un sueño que desconozco
y una canción que aún no he cantado.
Traigo un ramo de pensamientos
para arrullar sin prisa en el ocaso.

Cuando sales a ver la luna
las distancias se hacen claras como tú,
cuando caminas bajo la lluvia
los ríos crecen, viven los peces
pequeña fruta silvestre coronada de ilusión.

Racimo de lirios temblantes pegado a mí,
el color sube a tus mejillas
como el sol a las mañanas.
Te miro y soy feliz.