29 noviembre 2002

Llueve sobre estas piedras
y sobre estos hombros.
Suenan tus palabras
y tus pensamientos,
hechos de agua
y de materia que moja mis aceras.
Una noche cualquiera
sentí tus pasos llegar.
Eran el anuncio de las palabras
y las melodías,
y los besos que el mar desvistió despacio
dibujando mis flores y tu abrazo eterno.


La mar en mi ventana.